En 1972,  Francisco Franco inauguraba una de las obras más importantes de su dictadura: el embalse de El Atazar. Años después, tras la muerte del Caudillo, una serie de sucesos paranormales se registraron en la zona, lo que desembocó en una peculiar convicción: la existencia de una base extraterrestre subacuática en este pantano de la sierra norte de Madrid. 
Los testigos de aquellos sucesos fueron estigmatizados por una sociedad que no deseaba ver cuestionado su principio de certidumbre. Las autoridades ocultaron las decenas de denuncias de avistamientos y se optó por la negación ante el miedo a lo desconocido.
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